El desconcierto me desmanteló pieza por pieza. Una pared se alzó delante de mí con las mismas flores que tenía el umbral pero consumidas por el sol. Las hojas marrones y quebradizas formaban una frase aún más devastadora.

Me desplomé de rodillas delante de él y en algún momento terminé por perder la conciencia.

Bienvenido al paradigma de la literatura, al juego de la vida.

Finalmente, has sido derrotado por la inercia al menor esfuerzo.