Caminé con el ego imprevistamente henchido, planeando y organizando todo lo que haría al salir. Arremedaría contra mi hermano y le persuadiría para que me dé parte de la herencia de nuestros padres. Yo era el hijo mayor, por orden de natalidad tenía más derechos sobre los bienes que él.
Avancé sin freno. Estaba embelesado por la magnífica táctica y estrategia con la cual estaba planeado todo. No había forma de que algo saliera mal. Solo me quedaba salir de allí.
Cuando el trecho no podía estirarse más un nuevo cartel me recibió.